viernes, 29 de abril de 2016

LA ISLA AZUL (Poema)



















LA ISLA AZUL

Estos días primeros de diciembre
la mar se muestra a nuestros ojos
compacta, sin viento,
casi plana, y sin fisuras,
en la quietud serena
del día,
como una sábana de sueños,
allí donde duermen los despojos,
los desgarros de la noche,
los sentimientos implacables de los hombres…
Y sobre la mar azul
frente a nosotros
colgando del cielo
como un pecio
se levanta la isla azul,
emergida sobre el agua
desde el tártaro
como un gran pez,
como un coloso de piedra
quieto,
dormido bajo el cielo.
Es la San Brandan
del silbo y del guarapo
es la isla, es la tierra
de los verdes valles
 y las hermosas palmeras,
es la paz del navegante
y el refugio de los viajeros…
Estos primeros días de diciembre
la mar se muestra a nuestros ojos
compacta, sin viento…
Formando con el cielo
un hermoso mar de tul,
mostrando la prodigiosa quimera
que convierte a la Gomera
al mirarla desde aquí,
en un espejismo,
una imagen casi irreal,
como exudada del asfalto;
solo un perenquén bruma
nos traza la verdad,
nos anuncia:
que no hay que dejar
nuestros sueños al albur…
que hay que poner
 los pies en tierra
y el corazón
también,
para ver la isla azul.

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lunes, 25 de abril de 2016

A LOS CUENTOS DEL DON (Poema)


















A LOS CUENTOS DEL DON



El Don discurre apacible,
silencioso, sereno,…
lento piélago en la noche
que arrastra a la muerte
que no remonta el vuelo.

El Don discurre silencioso
como la sangre sigilosa
avanzando por las venas.
Un cielo turbio y caliginoso…,
el carro y la ametralladora.

El Don discurre entre la arboleda.
arrastra cadáveres, y sitúa los despojos
frente a la cerca, a la puerta de una casa.
¿Eran tus hijos bolcheviques?
¡Qué importa, si eran blancos…, o rojos!

El Don discurre entre jútores y stanitsas
rompiendo en dos la estepa,
como un cincel parte el granito.
Aplaca Don a esos cosacos valerosos
y ponles alma dentro de sus camisas.

El Don discurre negro y aceitoso en la noche.
Una sotnia sigilosa avanza por la orilla.
Algunos gallos cantan al borde de la stanitsa.
Los campesinos aún duermen. La parva espera,
se reseca, se expande y se prepara para la trilla.

El Don discurre manso, colmado de lágrimas amargas.
Un galope atronador. Una sotnia cabalga sobre el jútor.
Los brutos levantan el polvo. Repiquetea una ametralladora
taaá, taaá, taaá. Como un salivazo insolente, usurpador,
llega la muerte amarga, seca, impía, arrasadora…

El Don discurre doliente; como un padre
arrastrando los cuerpos inertes y la sangre,
y la memoria y el recuerdo imborrable,
que tiene todo padre, que de serlo se precie,
ante la ausencia eterna de cualquiera de sus hijos.

¡Bravos cosacos! que la justicia sea tangible
para todos, y prospere por jútores y stanitsas.
Y cuando reine la concordia y el sosiego por la estepa,
calladamente, aparecerá la Luna, mientras la tarde muere,
para mirarse la cara, en ese Don,… tan apacible.

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LA CRÍA DE LA PARDELA (Poema)


















LA CRÍA DE LA PARDELA
                   
No vamos a hablar de antojos
ni es que el mundo se derrumbe,
pero mirando a unos bellos ojos,
el hombre sucumbe a veces.
    
La nieve cae en la cumbre
y se produce el deshielo
cuando la funde un buen sol.
  
Y el hombre, lleno de pesadumbre
vuelve sus ojos al cielo...
cuando a perdido a un amor.

Espera el pollo, ese momento
tan ansiado, de su nido abandonar,
queriéndose ejercitar

bate sus alas al viento,
buscando saber, si es cierto...
¡Qué es bella, la libertad!

Queda el hombre encandilado,
por una explosiva, belleza de mujer...
semejante a un vestido engalanado,
que no resiste... ni a una vuelta del revés.

Cayó el hombre deslumbrado
y a nadie puede culpar.
Salió el pollo ilusionado
de noche, buscando el mar,
y creyó ver en la huida
la luz de la libertad,
más, eran los focos traidores,
que intensamente alumbraban,
por la noche la ciudad.

Secamente, es detenido su vuelo,
terminó el pollo en el suelo,
y con tan mala fortuna
que allí acabó su carrera...
Tan solo le vio la Luna
en aquel choque fatal
con un contenedor de basura.

Y…Quedó quieto en la acera,
a pocos metros del mar,
en su lucha por llegar...
¡Cayó muerto, el hijo de la pardela!

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viernes, 22 de abril de 2016

REY DE LA CREACIÓN (Poema)



















REY DE LA CREACIÓN

Rey de la creación,
el mito del hombre
hecho a sí mismo,
una imagen de barro,
como una coraza impenetrable
que se alza,
que se abre y que se cierra
sobre bisagras oxidadas,
el hombre por el hombre,
necedad,
egoísmo hecho palabra…

Reyes del universo,
lo sagrado excluye,
rompe el todo en pedazos,
todo por el hombre y para el hombre…

Ser inteligente, mente poderosa.
“La cultura”
Hay que derribar al toro,
hacer nada a la nada,
que el polvo muerda el polvo,
que el eco levante a los pájaros,
que reverbere en cada estrella.

Mentes que se ahuecan
tiranías que se expanden
que se vuelven a sí mismas
hacia el yo más profundo,
la oscuridad perpetua,
la verdad poderosa
y excluyente del hombre,
fija, inamovible,
como el pulso de un arquero.

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TONELADAS DE CONSEJOS (Poema)
























TONELADAS DE CONSEJOS

De consejos a toneladas el mundo da.
Siempre a los otros decimos: que hagan esto,
que hagan lo otro, también aquello y lo de más allá.

Piensen así, hagan las cosas como en Japón
que de recordarlo ahora me encargo yo:
anden derechos, pero sin mucha prisa,
tampoco lentos vayan a estar,
que no parezcan ustedes unos zoquetes
como si fueran un par de bueyes que,
cuando anochece, con la frente gacha
avanzan doblemente parsimoniosos hacia el pajar…

Guiñando con ambos ojos les digo ahora:
hagan las cosas como en Japón,
que de recordarlo ahora me encargo yo.

El agua pura, la necesaria al cuerpo le deben dar,
no beban poco, pero tampoco mucho,
no vayan a ser idiotas,
si en el vino que les pusieran para cenar
no apareciera en ninguna parte la calidad,
ignórenlo en la botella, no le hagan gracias,
ni le ofrezcan requiebro alguno ni carantoña,
y por tal motivo, no sientan ustedes ninguna pena,
pues ningún pirriaca merece ofrenda alguna
sino dejarlo solo, bien quieto en la botella,
Señores: denle un buen corte de mangas,
condénenlo al ostracismo,
y olvídenlo para siempre en la botella,
pues es ahí el sitio donde debe estar.

Si pueden: de represalia, del restaurante
llévense alguna cosa, nimia claro,
la mesa no, pero si arramblar
pueden, alguna copa, o los cubiertos,
y al mesonero, por dar mal vino,
le dejan como propina la soledad.

Señores: hagan las cosas como en Japón,
estos consejos, que el otro día a mí me dieron,
de recordarlo a ustedes ahora me encargo yo.
De consejos a toneladas el mundo da.
Siempre a los otros decimos: hagan esto,
hagan aquello, hagan lo otro y lo de más allá.

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sábado, 16 de abril de 2016

Vestir la alegría (Poema)
























Vestir la alegría

La alegría se envolvió en su ropaje de colores
y vino rauda                         
a posarse como un pájaro
en la rama más alta, la alta rama
del viejo árbol roído por el tiempo,
sobre ese espacio azul
niquelado de ausencia,
grabado por las sequías,
surcado por las huellas de los pesares,
posada sobre ese pobre gajo
teñido de añoranza,
abatido de solemnidad,
impregnado por el polvo
y por ese sabor amargo
que sazona de continuo
las pulcras alas de la derrota,
el miedo y la desesperanza…

Vestir la alegría,
Vestirla,
pero vestirla bien,
no como a un inválido,
sino como se viste a un pájaro
que trina hacia la multitud,
hacia el eco grande
que reverbera en cada pecho.
No se puede atrapar la alegría
por mucho que lo intentes,
porque se esparce como el humo,
se te escurre como el agua entre los dedos
y, si la aprietas, la destruyes,
la asfixias como a un pequeño pájaro
que agoniza entre las manos…
¡Qué difícil es vestir de colores la alegría!
Qué difícil, cuando la tristeza del mundo
viene sentada a horcajadas, montada,
cabalgando sobre el lomo musculado
y reluciente de un caballo blanco.

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La alegre Jacaranda (Poema)
















La alegre Jacaranda

Brillan las jacarandas
en el cálido vientre
de la tarde,
leve es el aire,
y somnoliento el  paisaje
como un perro dormitando
a las cuatro de la tarde,
mientras tanto, la suma
del peso de los días
densa es,
densa y frágil,
como un barril de pólvora
a punto de estallar…

Ellas lo saben:
que mis piernas
ya cansadas
jamás me podrán llevar
a través del desierto…
¿acaso lo sabes tú?
No.
Así como,
que mis ojos tampoco
me llevarán hacia Alaska,
ni  avistarán las riveras
de la ciudad de Tombuctú…

Asistieron como tres sombras
Las parcas,
el mismo día en que nací.
Ese día,
ya lo habían decidido todo,
ni una sola coma falta ni sobra
sobre el pergamino de mi vida,
de mi piel, aún viva,
ahora plisada por las horas…

La última lectura de las parcas
no cambiará, no alterará
en nada,
ni una sola coma,
lo escrito por ellas
cuando decidieron el camino,
la ruta que habrían de tomar
los pasos de mi destino…

La piel de Zapa se consume
rápido, como una vela
soplada por el viento,
y mientras se acerca la noche
el aire puro de la tarde
que llega desde la otra banda,
hará caer  sobre el duro asfalto,
como copos de nieve,
los pétalos azules
de la alegre jacaranda.

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domingo, 10 de abril de 2016

MERYL STREEP (Poema)

























MERYL STREEP

Un atardecer en África
lento como una hoguera
que se apaga,
al compás de las cigarras
titilan las estrellas
y la senda de los elefantes
se llena toda con el clamor
de tu risa
Meryl Streep...
Desde la verde sabana
hasta Los Puentes de Madison,
la luz de tu rostro
alumbra nuestros sueños...
Perenne nos acompaña,
siempre,
y encandila las pupilas,
en los ojos apagados,
de quienes descubren
el amanecer de tus pómulos,
el mundo en tu mirada,
quien no se hubiese enamorado
de ti,
Meryl,
viéndote, viajar sola en el tren
acompañada de un asiento
vacío
y una multitud de estrellas
que te salían por los ojos...
Para alguien que ya perdió la fe,
da lo mismo, las tres y cuarto
o a las cinco menos veinte,
en la tarde del sacro celuloide,
tú eres el milagro,
para siempre serás África,
y sin ti
los Puentes de Madison,
serían solo
un rudo esqueleto,
un feo armatoste de traviesas,
erguido,
sobre una infecta laguna
plagada de mosquitos,
nada serían,
si no hubieras estado allí,
haciéndonos pedazos el corazón,
con la furia, de una pasión
lavada por la lluvia
de una tarde de tormenta,
hasta depositarte de nuevo,
en la ancha estepa de los días,
donde hace siglos,
que, definitivamente,
el Sol se puso
y no amanece....
Mientras nosotros, aquí,
empapados,
seguimos esperándote.

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