¿DÓNDE ESTÁ MI VOZ?
¿Dónde se oculta mi voz?
No sé.
¿Dónde duerme mi palabra?
¡No sé, les juro que no lo sé!
¿Acaso mi mente
abandonó ya
ese montón de piedras,
este saco de huesos
que lleva mi nombre?
Sopla el viento en las antenas
como un esbirro locuaz
que chapotea en el silencio,
y en las alas de los pájaros
viajan los sueños,
la libertad aniquilada,
las profecías …
Yo vivo en una isla
cercada por cientos olas
que baten en mi pecho,
un pecho quemado,
donde no llega la lluvia,
mi corazón,
es como un trozo de lava
calcinada,
que ya no es capaz de sentir el fuego,
mientras,
las garras de la noche,
apagan los pábilos de las estrellas…
Y yo, cobarde,
una vez más,
diré si a todas las mentiras,
construiré una hamaca de silencio,
y de entre las olas retornaré,
volveré desde el fondo de mi pecho,
hacia esa isla que habita
en mi yo más profundo,
allí
donde la verdad junta los manojos de trigo,
donde la cobardía rompe su azagaya
y los vientos alisios suben en volandas,
hacia el cielo,
las parvadas de gaviotas,
habré yo de asirme al manojo de cebollas
que me alumbra las entrañas,
a las ristras de ajos que pueblan mi memoria,
porque mi corazón,
en secreto,
excava túneles
como una lombriz de tierra,
buscando en los detritus
la soga,
que ponga en pie de guerra,
los tantos por cientos de justicia
que harían falta,
para matar a mansalva,
el hambre de los niños
con disparos de cebolla,
no vaya a ser
que,
antes que la sangre de este pudridero
se desparrame por las calles,
nosotros nos sentemos
tranquilamente, en los chaflanes,
sin sombra de duda,
a contemplar con nuestros ojos
impávidos,
el sumo poder de la avaricia,
mientras
en el granero del mundo,
lentamente,
sacian el hambre los gorgojos.
Mientras…Yo
me busco,
me busco
y no me encuentro…
No sé dónde está mi voz
ni sé que fue de mi palabra,
solo sé que vivo en una isla
cercada por cientos de olas
que baten en mi pecho…
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