sábado, 2 de julio de 2016

El Padrenuestro… (En un cuaderno de resorte)
















El Padrenuestro…
(En un cuaderno de resorte)

Padrenuestro que estás en el cielo…
Dicen algunos:
que solo habitas las soledades,
las grutas vacías y silenciosas
o, las solemnes cavidades
de algunos templos,…
pero que a veces caminas,
que transitas por el suelo,
y que recorres el negro páramo,
que avanzas sobre la dura tierra,
que pisas sobre la fría escarcha
el inmutable polvo de los inviernos,
que andas por lo alto de las ramas
y quizá, furtivamente,
también te escondes,
tal vez te ocultas:
sobre las caras tristes,
sobre los senos bellos,
o dentro del remolino que forma el viento,
en unas manos que piden pan,
en las ideas de un bolchevique,
o en las dobladas hojas de algún cuaderno…
Santificado será tu nombre,
mientras la hipocresía
se estira como un chicle
y el G8 y, el G20 y, el fondo
monetario internacional
se tapan los oídos
para no oír los lamentos,
para no escuchar
las pisadas de los pobres,
pero, no temas, OH padre,
que la curia de Roma
obró sabiamente, pues
puso a buen recaudo,
hizo el milagro, imitándote
en aquello de los panes y los peces,
metamorfoseando a tiempo
el papel amarillento
de sus bancos…
En fulgente y sólido metal.
El pan de cada día,
tú no lo das,
pero mira… ¿Ves aquellos?
Que pronto
nos lo quitan de la boca
y lo meten en su cesta,
una cesta inmensa,
sin fondo,
a punto de rebosar.
Glorioso y alabado sea tu santo nombre,
pero cuídanos de las zarpas amarillas
del hórrido capitalismo salvaje
cubierto a veces con pieles de cordero.
Escucha la injusticia que, hecha plegaria,
a veces no brota de las bocas campesinas,
oye la ira, la rabia amordazada,
el grito quedo de muchas voces,
el insultante olvido y hasta el silencio.
Que tu reino venga a nosotros
si te dejan los grandes intereses
comerciales, la fuerza
de los imperios…
Y de las multinacionales.
Y perdónales las ofensas
y algunas de nuestras deudas
para poder llegar a fin de mes,
porque el tercer mundo
también vive en el primero
y viceversa,… recordando
al bueno de don Mario Benedetti.
Que según sea de gordo
el bolsillo, pues,
uno recibirá dinero,
quiero decir más,
o vendrá la policía
a desalojarlo de su casa
con una orden judicial.
Pero, padre, no te dejes sobornar:
con avemarías rutinarias,
ni te dejes engañar:
con las falsas promesas
del oro y del moro,
porque el último nunca fue tuyo
y el oro, ese jamás te lo darán…
Pero no temas ¡OH padre!
que más duro pega el hambre,
porque algunos hombres
a veces enloquecen y mueren
por causa de sus golpes.
A pesar de todo, perdónales
su arrogancia y diles:
que destruyan las etiquetas
infernales
que usan para cubrir
los rostros de la gente,
que ellos no quieren
en préstamo su caridad,
sino justicia…
Pues nos arrancan los ojos
y, quienes lo hacen,
quieren convencernos
de que nos hacen un favor,
ya que en tinieblas
apenas se puede ver,
la mente se emborrona,
y ahí, como los hongos,
florece la injusticia…
Y los hombres entonces
se vuelven laxos, mansos
y dóciles como las bestias.
Pero, padre, no nos dejes…
Caer en la tentación,
en la trampa de pensar
que la negra red
de los intermediarios
pagará el precio justo,
un justo precio
por nuestras hortalizas
de acuerdo al sudor
que derramamos cada día
para verlas crecer,
pues, bien sabes
que no lo harán.
A pesar de todo ¡Padre!
Intenta librarnos del mal:
de los ventajistas,
de los especuladores,
de los intermediarios,
de los usureros
y, de todos aquellos
que ignoran el hambre…
¿Porque tienen el alma,
Podrida? No. Porque
ni siquiera tienen alma.
Multiplica padre, a los
hombres, buenos, leales,
verdaderos luchadores,
tales como: Gandhi y,
Teresa,
la monjita de Calcuta,
y a muchas de las ONG
que tanto
ayudan a los pobres,
y como aquel hombre
humilde y sencillo
llamado Vicente Ferrer…
Vuelvo mis ojos al suelo
me gusta el olor que fluye
de sus entrañas…
y el misterio que alberga
la tierra en el fondo de su seno,
me gusta hablarle a las plantas
y ayudarlas a crecer,
para que pronto florezcan
bajo el buen sol
y cuajen unos hermosos frutos
que los podamos comer…
Vuelvo mis ojos al suelo
amo a la tierra,
la que se mete,
la que penetra
por debajo de las uñas,
y se aloja y permanece
para siempre en el fondo
en mi alma campesina,
el trabajo no me asusta,
pero otros se llevan
el fruto de mis sudores,
por eso, unidos: los ganaderos
y los sufridos agricultores
juntos codo a codo
y mano a mano
te lo pedimos: ¡ayúdanos!
y líbranos del desaliento.
 Amén.

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viernes, 1 de julio de 2016

Días de terror (Poema)












Días de terror

Día once de Septiembre,
cuando los carros de fuego
están levantando el vuelo...
amanece en Nueva York.

De sangre y de muerte
mancha el sol con sus rayos,
el rostro de los edificios
y los ojos de la gente.

Y allá en los muelles
se hielan los sillares,
al puente de Brooklin
le tiemblan los pilares
y se le enfrían los pies.

Alguien parecido a Glend Ford,...
abre la Biblia con gesto duro;
por un ojo se cobra un ojo...
Lee –con las gafas del revés.
Y por un muerto se cobran cien.

Late un corazón vacilante,...
tic, tac, tic, tac,
en las manos de un cartero.
Proviene de un tal Bin Laden
de mirada triste,...
y se escucha,... tic, toc, tic, toc;
porque a este,...
le funciona la cabeza,
inversamente,...
A las agujas de un reloj.

Y se oye,... una súplica callejera:
¡Marineros! amarad ya
la flota ballenera;
porque el ántrax ha llegado,
veloz, en un caballo blanco;
asaltando los códigos postales
y repartiendo cartas,... terribles
cartas de amor envenenado.

¡Corred a los cementerios!
y en cada tumba llamad;
decid: al viejo Allan Poe;
que manuscrito en una botella
encontraron al carbunco
y un mensaje.

¡Inducidle!
¡Por piedad!
a que deje ya
su eterna borrachera,
que es la hora
de emprender el viaje.
¡Apremiadle!
a que abandone
su fría mortaja, pues
urge salir a la carrera.
¡Por piedad,
Despertadle!
Dicen que el baile
ha comenzado,
porque la máscara
execrable y siniestra
“De la Muerte Roja
danzando, ha llegado,
esta mañana a la ciudad.

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