viernes, 30 de septiembre de 2016

EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO (Poema)


























EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO


J. D. Salinger como la costurera
le dio las últimas puntadas a su libro
y se lo llevó a su editor,
cogió el paquete casi con asco,
el tocho corregido
rezumaba espinillas
y sudor adolescente,
se desprendió de él
con temblor en las manos,
nitroglicerina con trazos melancólicos
guardaban el centeno,
aquel puñado de páginas
iban a ser la Biblia para Chapman,
y él el ángel vengador
en busca de los tres mil prepucios…

Lennon no dejaba aún de imaginarse
un mundo donde la paz fuera posible,
donde caería del cielo
una lluvia de pétalos de rosa
regando los prados con amor,
y el mundo de cordura…

Cinco balas rasgaron las espigas,
Lennon expiraba en brazos de Yoko,
mientras el guardián seguía allí,
acantonado,
tenía el libro de J. D. Salinger
entre las manos,
y leía, impasible,
como un juez que pronuncia
desde el estrado,
sin inmutarse, una condena.

Y, lo más seguro es
que en las manos de J. D. Salinger
aún continuaba aquel temblor…
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sábado, 10 de septiembre de 2016

TELÉMACO (Poema)

















TELÉMACO

Brillaba el ámbar
de  una gota de rocío
solitaria,
sobre una tela de araña,
y tiembla al viento
como una lágrima,
mientras un pájaro corta
el silencio en la mañana,
y cuándo el Sol ya está
presto a salir…
un joven duerme,
y en su sueño inquieto,
el muchacho se alonga
en el pozo del tiempo
y oye la voz de su padre,
el eco que le llama:
¡Telémaco, Telémaco!

Es él Ulises, el intrépido,
el rico en estrategias…

Hasta Pilos y a Esparta
irá aquel chico imberbe
detrás de la voz de Odiseo…

¡Pobre Telémaco, volviste
con las manos vacías!
No estaba allí el hombre
marcado en una pierna
al que buscabas…

Más no fue en balde tu viaje,
regresaste hombre,
sabio como Néstor,
intrépido y sagaz
como tu padre,
rico, en la experiencia,
de vivir la incertidumbre
que despierta el mañana,
el desabrigo,
el desamparo
de andar fuera de casa,
todo esto te dio el valor,
la serenidad,
para después
enfrentar a la muerte
mano a mano
al lado de tu padre…

Porque cuando la flecha
del hijo de Laertes
traspasó las doce hachas,
la sangre en abundancia
os manchó el rostro
y resbaló por las paredes… 


sin embargo, pese a tu valor,
Telémaco,
tu destino fue como el de tantos…
árboles raquíticos,
a quienes no dejó crecer
la enorme sombra de su padre. 

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