EL
GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO
J. D.
Salinger como la costurera
le dio
las últimas puntadas a su libro
y se lo
llevó a su editor,
cogió
el paquete casi con asco,
el
tocho corregido
rezumaba
espinillas
y sudor
adolescente,
se
desprendió de él
con
temblor en las manos,
nitroglicerina
con trazos melancólicos
guardaban
el centeno,
aquel puñado
de páginas
iban a
ser la Biblia para Chapman,
y él el
ángel vengador
en
busca de los tres mil prepucios…
Lennon
no dejaba aún de imaginarse
un mundo
donde la paz fuera posible,
donde
caería del cielo
una
lluvia de pétalos de rosa
regando
los prados con amor,
y el
mundo de cordura…
Cinco
balas rasgaron las espigas,
Lennon
expiraba en brazos de Yoko,
mientras
el guardián seguía allí,
acantonado,
tenía
el libro de J. D. Salinger
entre
las manos,
y leía,
impasible,
como un
juez que pronuncia
desde
el estrado,
sin
inmutarse, una condena.
Y, lo
más seguro es
que en las
manos de J. D. Salinger
aún continuaba
aquel temblor…Copyright © Servilio Casanova Pestano| Todos los derechos reservados.