Es este mundo
actual
ciego y absurdo,
y lleno de
ruidos estridentes
pero sordo a
las palabras,
semejante a
un yonki,
alucinado y paranoico,
perdido
y preso por
la imagen,
como si la
palabra
no valiera
nada,
nada de nada,
yo no lo creo,
porque si así
fuera,
que sería de
los ciegos…
de los
pobres,
de quienes
traspasan la noche
en un mundo
de tinieblas,
que sería de
aquellos
que con el
tiempo,
ya no se
reconocen,
porque han
perdido ya
hasta su
propia imagen,
porque,
a que
engañarse,
cuántas
mentiras,
cuántas
falsas imágenes,
cuantos
secretos guardados,
ocultos
detrás de un photoshop,
¿cuántos
rostros arreglados?
Poco sería
una imagen
si detrás solo
hay una imagen,
no fue en la
última de Spielberg
donde vi las imágenes más nítidas,
las más
poderosas,
las más
sagradas…
las más
conmovedoras que yo vi,
les aseguro,
fue leyendo
en los versos de La Ilíada,
unos versos
que de inmediato
se convertían
en imágenes,
imágenes
que no
entraban por los ojos,
pero llegaban
directas al corazón
a través de
la palabra…
También en aquellos
cuentos
que oí a los
cabreros
a la lumbre
de una hoguera,
en unas noches
lejanas
allá por mi
tierna infancia…
unas palabras
tan preñadas
de imágenes
y tan
repletas de encanto
que fueron
cine y teatro,
fueron gran pantalla
y el escenario,
que me trajo
hoy hasta aquí,
iluminando mi
alma.
¡Que viva siempre la
imagen
con su hermana la palabra!
con su hermana la palabra!
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