jueves, 23 de junio de 2022

MALOS TIEMPOS

 




MALOS TIEMPOS


Al norte de la isla la frontera es el viento,
mi corazón se encoge por el frío,
hay un pájaro con las alas plegadas,
y la brisa huele a nieve blanca y soledad.

Suenan los cañones sobre Ucrania,
la noche tiembla y se estremece
conmovida por el llanto de un niño.

En La Plaza Roja picotean el hielo las palomas
mientras cae sobre Kiev una lluvia de balas…

León Tolstói mueve una mano dentro de la tumba
y el espectro de Anna Karenina
se pierde entre la niebla y los raíles…
en los andenes, sin cesar,
cae la nieve y unos versos de Pushkin…

En “el granero de Europa” cae una tras otra,
la luz de las espigas… se pone el sol de la esperanza.

Sobre los tanques planean las bandadas de buitres
y en los vidrios rotos parpadean millones de estrellas,
entre los edificios derribados,
como en la boca terrible de un viejo dinosaurio,
aparece con candidez inútil la esfera lunar.

El Dniéper discurre blandamente,
como un siluro dormido,
testigo mudo de la noche,
que observa el bombardeo,
el dolor del pueblo que corre a los refugios…
el tac, tac, tac, del fuego antiaéreo buscando el objetivo.

Irpin y Bucha son jardines desolados,
cuerpos ultrajados, ojos que miran hacia el cielo,
bocas que se cierran para tragar la rabia,
la horrible saliva que envenena el cuerpo,
la voluntad de ser y de vivir…

Tenemos un agujero en los bolsillos
mientras la luz eléctrica y la gasolina nos fríen el jornal,
aniquilan nuestra forma de vivir.
El pan se convirtió en penas y en peines de balas,
la harina en pólvora y,
el trigo, en los ojos secos de los pájaros…
otra vez el hambre, la muerte anunciada…

Otra vez, Wislawa, como tú,
nos encontramos con el mismo dilema,
buscar la palabra exacta,
el vocablo que define este sin vivir.

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