lunes, 31 de agosto de 2020

EL COVID 19 SIGUE AHÍ (Poema)




















EL COVID 19 SIGUE AHÍ


La gente se acerca demasiado, 
no guarda las distancias.
Les gusta escupirnos las palabras,
disfrutan con ello.
Por mucho que se haya repetido 
hasta la saciedad, 
que "El covid 19 sigue ahí"
nadie hace el menor caso.
Vivimos días difíciles 
en una sociedad enferma 
de los pies a la cabeza. 
Hemos perdido el sentido común. 
Decimos tonterías.
Nos salen de las tripas. 
Somos intolerantes 
y voluntariosos como niños malcriados.
A este paso pasaremos hambre. Tengo la sensación
de que la convivencia empeora entre nosotros. 
Nadie se soporta. Casi no existe el perdón ni la piedad.
Lo peor de nosotros anda suelto. 
Pensábamos que lo peor era la pandemia,
pero no es así. Somos nosotros.
(Ecce homos)
Para el Covi 19, habrá vacuna,
para nosotros no hay remedio.
Todo puede pasar con esta manada de salvajes,
de seres irracionales, incapaces de mirarse a la cara. 
Cuántos muertos son necesarios 
para que se nos abran los ojos.
Para dejar que las hojas 
fluyan lentamente hacia la orilla.
Para unir nuestras manos 
y decir sí a la inteligencia.
Cuántos cadáveres más nos harán falta,
para pensar un poco. 
Cuántos muertos más nos harán falta 
para tocar fondo,
para darle un abrazo a la cordura.

Copyright © Servilio Casanova Pestano| Todos los derechos reservados. 

domingo, 23 de agosto de 2020

Covidiotas (Poema)

 



Covidiotas


El verano azulea el firmamento,

y lo difumina

hasta juntarlo con el mar.

Algunas olas resplandecen

como estrellas fugaces que

nacen y mueren sobre el agua.

El mar, este universo azul

de algas y de peces.

Un humilde arrastre de callaos

nos lleva hasta su eternidad,

allí dónde no somos capaces

siquiera de contar el tiempo,

donde las olas nos devuelven,

a nuestra mísera condición humana,

donde impera la soberbia,

y la mezquina mirada

que lo ve todo desde arriba.

 

El Covid 19 es, una sombra,

un bulto, que vaga libre por las calles.

Que no pierde el tiempo.

Que nos apuñala por la espalda.

Que nos ajusta bien las cuentas.

Brotes y rebrotes se suceden.

El terreno está minado.

Nadie aprende de un viejo que se muere.

Ni de una vida que se va,

en silencio hacia el ocaso.

En esta guerra

las bombas caen lejos.

 

La muerte no entra en sus planes.

Los covidiotas no llevan mascarilla.

Ni guardan las distancias.

No tienen ningún miedo,

ni vergüenza, ni respeto a nadie.

Se limitan a mirarse el ombligo.

Su propio yo les mira de frente,

desde vitrinas que solo reflejan sus sombras,

su cielo abovedado.

No existe nada más.

Lo que importa, es lo que les gusta.

Aquello que desean...

El mundo se hunde,

pero ellos seguirán como si nada.

Oirán de los enfermos.

Les hablarán de los muertos.

Pero ellos seguirán con lo suyo.

Pondrán todas las excusas.

Hablarán de Bill Gates.

De los famosos microchips.

De teorías insólitas y toda

una serie de mandangas

que dicen,

en pos de la insolidaridad,

que nos lleva directamente al exterminio.

Los covidiotas santifican la fiesta,

el botellón.

Su egoísmo es la pura

antítesis de la vida.

Del largo viaje que nos trajo a este lugar.

No existe nada más.

La muerte es lo que queda.

Eterna y desolada,

como un pájaro con las alas mojadas.

 

En la negra orilla, Caronte nos espera,

blande los remos de su barca.

No le miren a los ojos.

Sean previsores.

Que no les falte un óbolo para pagar el viaje.

El destino siempre se cumple.

No vayan a pasar por la eternidad,

errantes, por  falta de una puta moneda.


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