viernes, 30 de marzo de 2018

PARRICIDIO (Poema)



























PARRICIDIO


Nos quedamos consternados,
pensando todos en lo mismo,
como si aquella maldita mañana
el tiempo se hubiera detenido,
como si todos de pronto,
hubiéramos olvidado quienes somos
y todo lo que habíamos aprendido…

Nos quedamos consternados.
Les conocíamos bien,
al padre, a la madre,
al abuelo...
al hijo,
gente toda muy normal,
todos vimos crecer 

al presunto parricida
que esa noche los degolló…

Los perros quedaron huérfanos,
se los llevaron a una perrera,
y la casa quedó vacía,
llena de sangre,
y de recuerdos espantosos...

Pasan los días y nosotros
aún nos hacemos preguntas,
preguntas
que no tienen respuestas,
seguimos desolados,
esperando a que vuelvan,
esperando despertar de esta pesadilla,
pero se fueron y nos duele,
nos duele mucho,
y no los vamos a olvidar,
porque nuestros vecinos
eran gente seria, 
buena gente,
una familia muy normal…

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jueves, 22 de marzo de 2018

Macbeth (Poema)

























 Macbeth

No debiste escuchar a las brujas,
esas sombras murmuradoras
que salen de la bruma
y siembran la discordia,
ni las palabras de lady Macbeth,
afiladas como puñales
que ciegan la memoria,
ella te azuzó como el aire
soplado por un fuelle
sobre el fuego de una fragua...

La ambición es un monstruo,
un bicho,
que vive agazapado
dentro de nosotros,
mejor mientras duerme…

Te dijeron que serías rey
y soñaste en la experiencia,
como a un insecto,
aplastaste a tu conciencia,
saltándote la ley,
voluntades que se truncan,
la tentación te pudo,
fue más fuerte que tú,
por eso no te costó nada,
cobarde,
llegar y clavar la daga
sobre el pecho de Duncan.

Te coronaste rey
¡lunático asesino!
con las manos chorreantes de culpa
alcanzaste el poder…
sin embargo,
nunca tuviste tanto miedo,
como ahora,
a los vivos y a los espectros
de los muertos,
a la noche, a la bruma,
y a los augurios de las brujas…

Lady Macbeth, enferma,
delira,
y agoniza por la culpa,
no puede lavar la sangre de sus manos…

El viento de la noche agita las sombras
Mientras que tú,
Macbeth,
sigues con tu orgía de miedo y de sangre…

¿Qué hizo el destino de ti?
¿Qué hizo de aquel noble guerrero?

Mientras te atraviesa la espada de Macduff,
claramente,
ves toda tu vida,
a través del relámpago,
contemplas
la idiotez de todo,
la tontuna,
el sinsentido,
el miedo y la muerte
juntos,
viscosos,
danzando,
envueltos
en las guedejas de la noche,
rechinando los dientes
como imbéciles,
rumiando
los últimos estertores
del ruido y de la furia…

Por tierras de Escocia,
entre negras rocas
y bruma desflecada,
un coro de brujas
prosigue su aquelarre,
arando cizaña,
alertando pasiones ocultas,
sembrando la tierra de clavos…
de arroyos de sangre.

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jueves, 15 de marzo de 2018

Atila (Poema)





















Atila

Decían sus enemigos
que donde “Othar
el caballo de Atila,
pisaba,
no volvía a crecer la hierba”,
tal era el pánico que le tenían
sus enemigos
al hijo de Mundzuk.
El gran Atila,
era un fiero guerrero,
fuerte,
de ojos oblicuos
y torva mirada,
venido con su raza,
los hunos,
de los confines de la tierra…

Un día aparecieron…,
las cabezas
de sus pequeños caballos
surgiendo campo a través,
como la lluvia,
entre la olorosa salvia,
y los blancos jaramagos,
las rojas amapolas y el lampazo,
venían
saltando como delfines
sobre la hierba,
deslizándose
blandamente,
entre los brazos azules de la tarde…

Las fieras hordas 
llegaban saqueando las aldeas,
los hunos mataban...
Atila asustaba, sembraba el terror... 

¡El Bárbaro, Atila!
Murmuraban en el senado,
patricios
de inmaculada túnica:
¡Ese salvaje,
esa rata de rivera,
viene
harto de leche de yegua
en su cuenco de madera…,
y el muy osado,
cada vez más,
nos cerca con su maroma,
y exige al imperio
tributo en oro,
y mientras lo arrasa todo,
sigue imparable hacia Roma!

Lo llamaban Bárbaro
y Atila lo era,
esa era su terrible
forma de avanzar,
de abrirse camino,
de llenar la barriga de sus hordas…

Lo llamaban Bárbaro,
aquellos nobles patricios,
ciudadanos sensatos,
hombres dóciles
de frente altiva y manos delicadas…

Lo llamaban Bárbaro,
unos hombres pacíficos,
que iban de continuo al Coliseo
a ver barbaridades…
a ver los gladiadores,
o la lucha con las fieras,
el crimen,
la crueldad reglada por las leyes del imperio.


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domingo, 4 de marzo de 2018

Hissarlık (Poema)



















Hissarlık

Es Hissarlik
una antigua colina
de Anatolia
que bajo sus piedras
guardó un secreto…
¡Cuántas mañanas
de dedos rosa
vieron los ojos asomados
a esa invicta atalaya!
Durante milenios,
el cerro
permaneció callado,
cubierto
por los abrojos
del tiempo insensato,
que se acumula a base de derrumbes,
cegado,
sin duda,
por el reflejo
iridiscente,
del sol
sobre la piel,
de un parco Escamandro,
reluciente
de humedad,
como un reptil
tendido en la llanura…
nadie hubiera dicho,
al verlo,
que este río,
fuera el mismo,
que Aquiles el fiero
tiñó de rojo
con la sangre de los teucros…
¡Qué malo!
Cuando los pueblos
van perdiendo la memoria,
si no fuera por Homero,
que hizo letra la palabra
y escribió parte de la historia,
si no fuera por La Ilíada,
nadie hubiera dicho
que las murallas de Troya
seguían bajo Hissarlik,
enterradas…

Si no fuera por Schliemann,
que creyó en Homero
y su palabra,
si no fuera porque de niño
se emocionó,
con los versos de La Ilíada,
si no fuera por los poemas
aquellos,
que le ablandaron el alma,
obligada,
para siempre,
a buscar entre las piedras
una ciudad enterrada,
si no fuera por su tesón,
si no fuera por su ansia,
jamás hubiera sido hallada…,
Troya,
la ciudad de Príamo,
Ilión,
la poderosa y bien murada.

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