ANÍBAL
Digno hijo de tu
padre
tu destino fue,
sobre todo,
la lucha
contra tu peor
enemigo,
Roma.
Tus enemigos
te admiraron
casi
en la misma
medida
que te temieron…
¡Gloria y honor
a los guerreros!
a los Bárcidas;
Amilcar,
Asdrúbal,
Magón
y a ti, Aníbal,
el Gran
Estratega,
el azote,
el rayo perpetuo
sobre la Loba,
sobre las siete
colinas
de Roma,
esa espada de Damocles
que no descansa…
Un ejército de
elefantes
cruzando el
Ródano,
los profundos
valles,
las altas
cumbres,
el blanco
inmaculado de la nieve
y el brillo esplendoroso
de las armas…
Decisión, ímpetu
y coraje,
nada te detiene
ya,
en tu firme
decisión
esa de cruzar las
Galias,
ni los pútridos
cenagales,
ni la pérdida de
un ojo,
te para,
ni las altas
montañas
de Los Alpes,
te detienen,
ni el vértigo
de caer
de caer
en las profundas
sendas,
las barrancas,
las barrancas,
que terminan
allá lejos
donde acaban las
miradas…
Desde que
saliste de Hispania
ya nada te
detuvo
hasta llegar a la Italia,
para vencer
allí,
en la batalla
del Trebia,
la del Lago Trasimeno
o en la batalla de Cannas…
¡Gloria hoy!
al gran héroe
Aníbal,
general y soldado
entre sus soldados,
general y soldado
entre sus soldados,
que derrotó
a la Magna Roma
en unas cuantas batallas…Copyright © Servilio Casanova Pestano| Todos los derechos reservados.