ULISES
La paz definitiva, seguro, que no la hallarás,
en la comodidad aparente,
a la luz sombría de un antiguo palacio,
ni en el apartado reino de una isla,
donde sus habitantes te volverán la espalda
porque siempre verán en ti al rostro del poder,
la cara impasible y severa de un viejo tirano.
Solo tu perro te será fiel de verdad hasta su muerte.
Te sentirás arropado tal vez,
por el amor desinteresado
de una mujer madura,
la tuya,
a la que conquistaste más de una vez
como tomaste el abrupto paisaje
de tu pequeño reino insular,
ella es la única que aún recuerda el beso y la risa
de aquel joven vigoroso
de días luminosos y de noches sin fin,
sabes que siempre te acompañará
como una barca desarbolada por el viento,
es carne de tu carne, dichoso tú, rey de Ítaca,
ella irá contigo hasta las mismas orillas de la muerte.
Ulises: las ralas guedejas de cabello que se desploman
de tu frente encanecida, no reflejan ya,
al joven que aún navega
por las venas azules de tu cuerpo,
por el ponto que hierve en oleaje
en el fondo de tu alma desnuda de viejo timador.
Una y otra vez volverás a Troya,
aquella Troya lluviosa de Ares
herida por los vientos de la guerra…
una y otra vez seguirás con tus mentiras
y tus mañas, que fama te dieron por los siglos
y te llevaron incólume, con tus amigos en volandas
sobre las torvas olas y la piel satinada del piélago marino.
Prepararás tu mente con cuidado
para ese último viaje
por el incierto mar y la borrasca impenetrable,
ya sabrás de sobra, como huir de los lestrigones
que aman la antropofagia,
el negro placer de la carne.
Siempre serás Nadie para todos los Polifemos
que se crucen en tu camino
que solo pueden ver, un mundo mezquino y diminuto
a través de su inconmensurable y torpe ojo.
Te libraste del canto de las sirenas atado a un mástil,
pero no de la sombra de Áyax con odio en la mirada,
el destino echa sus cuentas
y cobra sus deudas como granos de sal.
Con los espectros de tus amigos llenarás de nuevo el barco
dispuestos todos a sentarse en los bancos
y, bajo un cielo sembrado de estrellas,
con los brillantes remos, hendir la oscura mar.
Emprender ese último viaje con la velas de tu alma
desplegadas,
henchidas a tope por las almas de tus compañeros
y la nostalgia de un viejo marino,
que quiere emprender así, en su barco,
un viaje sin retorno,
huir del mundo
entonando la vieja canción de los héroes;
cruzando la mar infinita
mucho más allá de las columnas de Heracles,
llegar allí,
lejos,
muy lejos,
donde se forman los vientos y la borrasca poderosa…
Erguido junto al timón tu figura se refleja en el océano.
Por eso el Laertíada se acerca,
ahora,
pasa
ahí
frente a ustedes,
está aquí presente navegando los siglos,
viaja la eternidad sin detenerse,
cruza ante nosotros, buscando ya los ojos del mañana,
la brisa suave que hincha plácidamente
las velas de su nave
y el corazón inmenso de un hombre mortal.
Copyright © Servilio Casanova Pestano| Todos los derechos reservados.
Románticas y bonitas letras. Besos
ResponderEliminarFrases Bonitas, muchísimas gracias. Un abrazo
EliminarUnos versículos que transportan a un héroe mítico a coordenadas otoñales del ánima. También me complace mucho algo que aprecio en demasía y esto es El Léxico, esencial en quienes escribimos prosa y poesía. ¡¡¡¡¡¡¡ Enhorabuena!!!!!!!! 🍀
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Juan, me alegro que mis palabras le transporten, como la nao que transportaba a Ulises hacia esos lugares del alma repletos de monstruos y sirenas. Saludos!!!!
Eliminar