A una desconocida
Toc, toc,
¡Cual gata furtiva
¡Cual gata furtiva
por noches e
historias!
Como un candil de
luz
hoy,
a mi imperio de
sueños
vino a llamarme
la memoria.
Por las finas
celosías
del recuerdo
ignoto,
se colaron
frágiles
las gotas de
lluvia
de una madrugada,
la madrugada
aquella
de no sé qué
año,
ignoro hasta el
mes,
solo sé
que llovía,
que salí de mi
casa
y abrí mi
paraguas
en la madrugada.
Una bella joven
por la calle
sola,
venía empapada
por la lluvia
intensa
que el cielo
rasgaba,
y a protegerse
vino
bajo mi
paraguas,
por un momento
nos vimos las
caras,
dos
desconocidos,
y el aliento de
ambos
inflando el
paraguas…
Unos cientos de
pasos,
la desconocida
bajo mi
paraguas
anduvo conmigo
en la madrugada,
en la madrugada,
luego se perdió
en la noche
y yo seguí el
camino,
al trabajo duro
a la dura
batalla.
No recuerdo el
rostro,
olvidé su cara,
olvidé sus ojos
mirando a los míos,
no recuerdo
nada de aquella muchacha,
sin embargo
ha pasado el tiempo,
ha pasado el tiempo,
no sé cuántos
años,
pero pienso en
ello
se me eriza el
bello,
la magia del
tiempo
instiga el
milagro,
y un
estremecimiento
recorre mi
espalda,
al sentir en ella
como un tierno nido,
como un tierno nido,
la cálida mano
de aquella muchacha.
de aquella muchacha.
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Hermoso poema! Es un canto a lo efímero a esas cosas bellas y fugases que sabemos que pasaron pero tienen la esencia de los sueños...
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Emanuel, sí así es, efectivamente, el tiempo lo ha disipado casi todo, salvo sensaciones, algún detalle como es la calidez de aquella mano en la espalda. Feliz tarde, saludos!!!
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