domingo, 2 de septiembre de 2018

Casa de Las Arvejas (Poema)





















Casa de Las Arvejas

Antigua casa de piedra
que preside las alturas.
Sobre los pies levantada,
de una morra orgullosa
en los mapas reflejada,
y es su nombre...

¡Las Arvejas!
su techumbre no es de tejas,
y es extraña en la comarca
por ser casa de azotea.

Todas sus vigas combadas
hacen del techo una panza,
ennegrecidas, ahumadas,
como arenques de Noruega.
        
Alguien, se preguntaba:
¿Pero resisten?
Y de seguro ignoraba,
que la incomparable dureza,
del corazón del pino,... ¡es, la tea!

Y dentro de aquella casa
¿Quién presidía la estancia?
tratábase, de un gran cañizo
que de sus vigas colgaba.
       
Repleto estaba el cañizo
de buenos quesos de cabra,
los daban los ricos pastos
de aquellas tierras tan altas.

Al humo que la lumbre daba
quedaban muy bien curados,
sabiendo a humo y a leña
y a los pastos de los campos,
a trabajo y a cabrero
a rebaño y a montaña
al aire de las alturas
y a paraje solitario.

Tu espalda daba a la cumbre,
al Sur tu puerta miraba,
y desde ella, yo contemplaba
con tristeza y pesadumbre,...
como entre los dispersos pinos,
uno se destacaba...
    
La silueta deforme, asimétrica,...
es la ausencia, de unas ramas amputadas,
que aún así, eternamente acusaban...
la inconsciente e ignorante crueldad
de unas anónimas manos...

Que por siempre le condenaran
a cargar con esa figura triste, jorobada,
penosa,... ¡y tan dolorosamente humana!


Casa, ¡vieja Casa de las Arvejas!
el camino tiene curvas, tantas,...
como tus negras vigas de tea.

Cuarenta pasos de un asno
nos separan, por una recta vereda,
del agüita del Durazno
¡que cantando,... corre, por la tarjea!

A un lado está La Fuente Nueva
cruzando dos barranqueras...
Es esta, una montaña
llena de huertas.
En otros tiempos allí crecieron,
hermosos, los verdes
campos de papas
y hasta dorarse espigaron
generosas sementeras,
pero el pasar de los tiempos,
a éstas las transformó,
en humildes pastizales
donde abundan esguagarzos
jaras e infinidad malezas.

Más abajo, está la Casa Torta,
la adivino, pues no la veo desde tu puerta,
a lo lejos, si que diviso algunas casas...
podrían ser La Cisnera,
y en el Pinalete, hay una casa vieja,
sin techo, dos solitarios muros de piedra
y entre muro y muro,
¡aún les une una cumbrera!

Hacia el naciente, el corazón me lleva,
y partiendo de Las Arvejas...
Cruzo el barranco, veréis que vale la pena
ascender por esa empinada ladera
solo por contemplar lo que la vista nos deja,
es un valle muy hermoso, todito lleno de huertas...
¿No sé, por qué? Le llaman: ¡La Magdalena!
pues allí reinan frutales, las viñas y las higueras.


Copyright © Servilio Casanova Pestano| Todos los derechos reservados.

6 comentarios:

  1. Muy bello y sonoro poema descriptivo este tuyo, querido Servilio. Nos dejas con las ganas de ver esa casa que tan bien detallas en tu poema. También lo comparto con el mayor de los gustos y aprovecho a despedirme por una temporadita, porque ahora mismo me cuesta mucho entrar por aquí y emplear más de 5 minutos, ya que estoy liadísima y para colmo esta semana darán comienzo las fiestas de mi ciudad. Seguiré publicando algún enlace en mi perfil o en 2 o 3 comunidades cuando pueda, pero no en las mías, donde tengo muchos conocidos a los que no podré leer por falta de tiempo, y para no quedar mal con unos y otros, mejor no efectuaré lecturas hasta que esté un poco menos ocupada. Muchos besos y que sigas tan inspirado como hasta ahora, compañero :)

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    1. Muchas gracias, querida Mayte, me alegro que te haya gustado, este es un viejo poema que hace tiempo le dediqué a la Casa de las Arvejas, de la que guardo recuerdos muy entrañables de mi infancia en plena naturaleza...
      Feliz tarde, un abrazo!!!

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  2. Magníficas letras, Servilio. Una excelente descripción que haces que me introduzaca dentro del paisaje con tus letras. Felicidades querido amigo.
    Que tengas una bonita noche. Abrazos.

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    1. Muchas gracias, Marina, me alegro mucho que te haya gustado, con nuestros recuerdos de la infancia es fácil hacer descripciones, salen con espontaneidad son parte de nosotros...
      Feliz tarde, un gran abrazo!!!

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  3. Me ha recordado tus letras a esas casas viejas que por no estar habitadas ni dentro de ellas nada de valor "humano", las casas que para mí (también tiene vida de la energía depositada en ella,) se van derrumbando con el paso de los tiempos.

    En tu hermosísimo poema de la casa de las Arvejas, me diste a entender que si por dentro está bien nutrida no hay quién pueda destruirla, ya sea las malas o, ignorantes lenguas.

    Una vez más te felicito por la habilidad de coger una imagen y dedicarle con gracia y soltura la belleza que le caracteriza.
    ¡Un gran abrazo, y buen fin de semana, amigo.

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  4. Gracias, Mila, pero no, no es un poema hecho al azar, dedicado a la imagen de una casa medio derruida, porque la casa de Las Arvejas fue una casa en la que viví por temporadas, en mi niñez, y el poema se lo dedico a la casa y a su entorno... El poema es muy entrañable para mí, es parte de mi infancia y esos son algunos de mis recuerdos...
    Buen finde, amiga, un abrazo!!!

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