LOS DÍAS
Poco importan ya, la sal o el viento,
en el rincón de la memoria,
los recuerdos
son caramelos en la boca de unos viejos,
vuelos de pardela que atraviesan la noche.
Perdimos el sueño en los bastiones
que guardaban la esperanza,
el zigzagueo de la liebre que atraviesa unos ojos,
sobre el candil de tu sonrisa fundamos la República,
la Democracia que nos dio la libertad de encadenarnos,
la juventud aquella,
que caminaba distraída en pos del ocaso
abriendo la insensata puerta de los días…
No había palafreneros ni sahumerios que nos guiaran
mucho más allá de la codicia del tiempo,
casi dos niños sobre la sal y el viento de la noche,
íbamos campo a través deshojando los días,
las horas verdes,
la ingenuidad de las páginas en blanco,
un lejano batir de alas venía a protegernos del silencio,
la parquedad
de aquel cielo manso y profundamente azul,
mirando sobre nuestras cabezas
como un testigo mudo y solemne.
Apóstatas del tiempo,
fuimos sumando páginas y más páginas
a este libro que escribimos al unísono…
Plácidamente
con la puntualidad de un reloj de arena,
deshojamos el tiempo y la vida a ras de suelo.
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