FUE
UNA MAÑANA
Fue
una mañana del mes de agosto
y el
año, se queda ya, tan lejano…,
perdido
quedó allá
entre
las nubes del tiempo,
entonces
era
yo tan niño,
abrazaba
la inocencia
y
dormía,
corrían
los presagios
como
los carros de juguete,
mientras
por su lado
el
destino hacía sus cuentas,
se
afilaba las uñas con esmero,
jugaba
a placer su póquer de Ases,
y no
perdió el tiempo
me
despertaron unos gritos.
Era
de madrugada.
Esa mañana
el
Sol pugnaba por salir
bajo
una nube negra.
Con
los primeros rayos
ya
comencé a envejecer…
ese
día cuando anocheció,
el
niño aquel,
seguía
siendo el mismo enano de siempre,
eso
sí,
algo
más pequeño que los de mi edad,
pero esa
noche la inocencia se marchó,
se
alejó de mi,
y el
viejo,
un
desconocido,
llegó dispuesto con su maleta
venía a instalarse para siempre.
El sufrimiento, la adversidad, se traga la inocencia de un niño.
ResponderEliminarUn placer leerte Servilio.
Un abrazo, amigo.
Gracias, querida Carmen, así es, los golpes de la vida siempre son un trauma, pero cuando nos pasan de niño nos roban la inocencia y dejan marcados para siempre...
ResponderEliminarFeliz semana, un abrazo!!!
Otro poema henchido de sentimiento. La huella indeleble que en este caso deja la tragedia y convierte a un niño inocente en un ser marcado por tan traumática experiencia. Lo comparto también gustosa, querido Servilio. Más besines y muy feliz noche :)
ResponderEliminarMuchísimas gracias, querida Mayte, sí, amiga, este es uno de esos poemas que nunca hubiera deseado escribir uno en primera persona... pero la vida es la vida.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!!!