LA
CRÍA DE LA PARDELA
No
vamos a hablar de antojos
ni
es que el mundo se derrumbe,
pero
mirando a unos bellos ojos,
el
hombre sucumbe a veces.
La
nieve cae en la cumbre
y
se produce el deshielo
cuando
la funde un buen sol.
Y
el hombre, lleno de pesadumbre
vuelve
sus ojos al cielo...
cuando
a perdido a un amor.
Espera
el pollo, ese momento
tan
ansiado, de su nido abandonar,
queriéndose
ejercitar
bate
sus alas al viento,
buscando
saber, si es cierto...
¡Qué
es bella, la libertad!
Queda
el hombre encandilado,
por
una explosiva, belleza de mujer...
semejante
a un vestido engalanado,
que
no resiste... ni a una vuelta del revés.
Cayó
el hombre deslumbrado
y a
nadie puede culpar.
Salió
el pollo ilusionado
de
noche, buscando el mar,
y
creyó ver en la huida
la
luz de la libertad,
más,
eran los focos traidores,
que
intensamente alumbraban,
por
la noche la ciudad.
Secamente,
es detenido su vuelo,
terminó
el pollo en el suelo,
y
con tan mala fortuna
que
allí acabó su carrera...
Tan
solo le vio la Luna
en
aquel choque fatal
con
un contenedor de basura.
Y…Quedó
quieto en la acera,
a
pocos metros del mar,
en
su lucha por llegar...
¡Cayó
muerto, el hijo de la pardela!
Copyright © Servilio Casanova Pestano| Todos los derechos reservados.
Copyright © Servilio Casanova Pestano| Todos los derechos reservados.
A veces nos pasa a todos lo que al pobre pollo, que caemos encandilados por una falsa libertad o por una belleza pasajera, pero de los errores también aprendemos. Hermoso y musical poema con el que aprendemos un poco más. Comparto, querido Servilio. Besos y feliz semanita :-))
ResponderEliminarMuchas gracias, querida Mayte, así es amiga, yo uní esas dos cosas para dedicarle este poema a "la pardela", un ave marina y nocturna, a la que aquí en Canarias le tenemos un cariño especial y, cuyos pollos en su primer vuelo muchas veces se deslumbran y mueren o caen malheridos... Te recomiendo, si alguna vez vas a la isla de La Gomera, pásate por el pueblo costero de Valle Gran Rey al anochecer, escucharás la magia del canto de cientos de pardelas que salen del acantilado cantando al unísono, llenando por completo la noche... recuerdo que viví eso, hace tres o cuatro años y me produjo una emoción muy especial...
ResponderEliminarFeliz noche, besos!!!
Me encantaría oír esa magia, porque me encantan las aves, seguro que es así como dices Servilio, me aflijo cuando veo a un gorrión en el suelo sin vida, pero más doloroso es ver al ser humano muerto en vida, sin las fuerzas para poder resucitar, cuando pierde una bella mirada, que no era tal...
ResponderEliminarFeliz jueves amigo.
Un fuerte abrazo.
Gracias, amiga Carmen, para mi fue una verdadera experiencia oír tantas pardelas juntas, al anochecer, cantando en coro mientras volaban desde el acantilado, aquello me trasladó lejos... como a otra época... Y, tienes razón, nos duele ver sufrir a un simple pajarillo, pero donde llega el dolor por un ser querido, eso no tiene comparación... Feliz noche, un abrazo!!!
ResponderEliminarSi supiéramos evitar por dentro, rectamente y sin error, las fuerzas que nos guían, probablemente no seríamos humanos, sino tal vez dioses. De humanos es el errar y en eso no nos diferenciamos de la cría de la pardela. "Salió el hombre deslumbrado y a nadie puede culpara..." Poema que nos acerca sin una clara explicación a los misterios de la Naturaleza. Para pensar...
ResponderEliminarFelicidades, amigo.
Gracias, amigo, sí, el comienzo del poema despista bastante, porque en realidad está dedicado a las crías de pardela que todos los años mueren, por que caen y se estrellan, deslumbradas por las luces intensas de las ciudades en su primer vuelo...
ResponderEliminarUn abrazo!!!