A cumbres borrascosas
Gimen los árboles, lloran,
lloran y gimen los árboles
cuando al vendaval imploran
y al cielo reprochan su abandono.
Por estos caminos, por estos lares,
el hombre es tierra, musgo, liquen,
donde hizo presa el viento,
y la borrasca se adueñó de su destino.
No es casualidad, que plenamente y sin medida,
el espectro de Catalina ocupe estos lugares
y habite el corazón de cada hoja desprendida.
No, no es casualidad, que Heathcliff en su
locura,
en su condición de aparecido, aceche en el
camino,
y como un lobo, aúlle en la noche, en el Páramo
a la Luna.
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Precioso homenaje le rindes con este poema a la gran novela de Emily Brontë. Comparto también, compañero. Más besos :-))
ResponderEliminarMuchísimas gracias, querida Maite, disculpa el retraso en contestarte porque he estado bastante liado...
ResponderEliminarBuen fin de semana, amiga, y un gran abrazo!!!