NI
SIQUIERA EL RECUERDO
Ahí,
entre el plomo azul
que como
una culebra
se escapa
del ruido de los coches,
o, entre
la grama agostada y las aceras
tachonadas
de goma de mascar,
como un
secreto pergamino
oculto a
todas las miradas,
entre
brumas nimbadas
de
dejadez y de olvido
tu
espíritu vagará, escondido
como un
prófugo de la ley
que se
oculta tras los pretiles
que separan
los jardines…
Una cruz
de piedra se levantó
para
encadenar tu voz,
para
disolver tu espectro,
para de
una vez, borrar tu nombre
sobre el
recuerdo sepultado.
Sentada
sobre tu sangre
su sombra
se proyecta
como un
mástil de silencio,
que cae
sobre el recuerdo,
sobre los
siglos,
y encima
del héroe
y la
derrota de su pueblo.
Nunca
gustó a los invasores
que los
pueblos sometidos,
conservaran,
ni sus costumbres,
ni sus
lenguas, ni sus rezos,
y a
resultas de todo eso,
es, por
lo que del valiente Tinguaro
solo la
magua nos queda,
ni
siquiera nos dejaron nítido el recuerdo.
Hermoso poema, Servilio. Gracias a él me he acercado a los antecedentes guanches que constituyen un patrimonio primordial de vuestra cultura canaria. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo José Luis. Me alegro que te haya gustado y doblemente ya con ello he conseguido que por unos momentos hablemos de los guanches, la población aborigen de las islas...
ResponderEliminarUn fraternal abrazo.
Hermoso homenaje el que le rindes a Tinguaro, al menos alguien se acuerda de él y lo hace muy bellamente con este poema. Comparto, querido Servilio, muchos besos y feliz domingo :-))
ResponderEliminarMuchas gracias, Mayte, si jaja, siempre trato de recordar y dar a conocer un poco los antepasados de esta tierra... me da tanta pena, que aquí todo el año se lo pasan subiendo y bajando a las vírgenes en un festejo interminable... mientras a nuestros antepasados jamás se les rinde un homenaje.
ResponderEliminarFeliz domingo amiga, un abrazo grande!!!