La silla eléctrica
¡Ah...
la justicia!
A
veces: tan justa
implacable
y ciega,
otras:
tan turbia y excelsa.
Espera...
la silla.
¿Quién
es el reo?
¿Quién
es la víctima?
Que
sola, la veo.
Aguarda,...
la silla.
Tan
pulcra, tan intima.
Con
sus brazos abiertos,
aún
espera paciente,
y
pensando en sus muertos...
le
llega el siguiente.
Espera,...
la silla.
Su
sola presencia,
impone
un respeto,
no
hay sentimiento,
ni
existe indulgencia,
sus
cables y voltios,
ni
sienten, ni piensan.
Pues sí, no hay indulgencia alguna en ella. Un gran poema contra la controvertida pena de muerte que comparto con el mayor de los gustos, Servilio.
ResponderEliminarMuchas gracias, querida Maite, es verdad que hace tiempo que no se emplea esa forma tan barbara de ejecutar, como es la silla eléctrica, sin embargo se sigue ejecutando, matando de forma institucionalizada... Un gran abrazo amiga!!!
ResponderEliminarParece una broma macabra de Carnaval, mas no lo es. Vida versus Muerte.
ResponderEliminarEl Mundo se energiza (se expansiona desde que se creó) por esa diferencia de potencial entre estas dos fuerzas del Universo. Si hay Bondad es porque hay Maldad.
Ufff...!!! Un Poema que me ha hecho pensar demasiado.
Felicidades. Un abrazo, amigo.
Muchísimas gracias, querido amigo, tienes razón, esas dos fuerzas antagónicas siempre estarán ahí buscando cada una de ellas su propio equilibrio... a veces luchan también dentro de nosotros...
EliminarUn abrazo!!!
El vello de punta tú!!! Así somos y justicia lo llamamos. Muy bueno!!! Bravo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Miguel Ángel, me alegro que el poema te haya llegado, como bien dices, el tema de la pena de muerte es escalofriante...
EliminarFeliz tarde, saludos!!!