A DONDE
IR
Donde
buscaremos
la paz,
la
soledad que nos entierre,
de este
limpio cielo,
el viento
que nos aleje,
de este
mar de dudas,
de esta
soledad cotidiana,
de este
perro asesino
que nos
muerde las entrañas,
de este
ser, de tierra y de agua,
de estas
murallas carcomidas,
que me
encierran,
este
montón de piedras
que lleva
mi nombre,
esta
estupidez que me acuchilla,
que me
mortifica,
este ser
extraño
que me
persigue y me apedrea.
Sin
embargo, huir ¿para qué?
Correr,
correr ¿para qué?
¿para
qué, para qué?
Viajar,
viajar lejos,
escapar…,
donde ya no haya nombres,
ni
palabras,
donde una
tumba de silencio
guarde
allí todos los ecos,
los
murmullos,
los pasos
de las arañas,
los
suspiros y los te quiero,
una
trinchera profunda
para
cubrirla de tierra,
un pozo
ciego
como una
cárcel,
una
ciénaga de olvido,
donde las
piedras
no hablen,
que solo
habite
el
silencio.
Poema de fuego dispuesto a acoger al alma con todas sus terrestres preocupaciones. Repleto de inspirados analogías que son las que le imprimen carácter.Felicidades, amigo. Buena tarde de sábado.Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, José Luis, me gusta eso de"Poema de fuego dispuesto a acoger al alma con todas sus terrestres preocupaciones" y, tienes razón, para mi es como un pozo dónde verter todo aquello que nos pesa como un fardo...
ResponderEliminarFeliz tarde de domingo, un abrazo.