sábado, 13 de febrero de 2016

AL PROFESOR BERNARDO SOUVIRÓN (Poema)


















AL PROFESOR BERNARDO SOUVIRÓN


Convicción y naturalidad.

El profesor  Souvirón

vierte su voz en las ondas,
y atraviesa hasta el ciclón,
mientras duerme la ciudad.

Muchos, cansados ya,
apenas salió el lucero,
como Aquiles se entregaron
inertes, derrotados
en los brazos de Morfeo.

Mientras tu sigues ahí,
navegando como Ulises
y surcando el mar Egeo
a expensas del destino,
del capricho y el deseo
de los hombres y los dioses.

Gobierna tu nave Homérica
hacia tiempos milenarios,
muéstranos la historia clásica
plena de guerreros, de héroes,
de dioses poderosos y de sabios.

Que Eolo, tense tus velas.
Y Poseidón de ti se apiade,
que te ofrezca una mirada compasiva
en su rostro más amable.

Te acompañan tus alumnos,
tus amigos, tus oyentes...
somos tus fieles gregarios.
Por tu boca hablan las piedras
con acentos milenarios,
mientras, el aliento de los dioses
gravita, al compás de tus palabras.

Más allá de las columnas,
que levantó, el inefable Hércules,
desde las tierras atlánticas,
queridas Islas Canarias,
Jardín de las Hespérides.

Te ofrezco solo mis manos,
quisiera hacer de remero.
Vigorosos, impulsemos tu galera,
todos, todos juntos, antes,
que una piedra de ignorancia
rompa la frente del guerrero.

Visitemos mercados persas,
egipcios, fenicios, griegos,
y con la ayuda de los dioses
salgamos con insistencia indomable
en busca de la tierra de Tartesos.

Que los dioses del Olimpo de nosotros
como seres mortales se apiaden,
de cantos de sirena nos liberen,
y concluyan esas guerras pertinaces,
para siempre, entre griegos y troyanos.

Renacerá la paz en la ciudades.
El hombre se asombrará
y escuchará hasta quedar atónito,
relinchar, al Caballo de Troya,
en las profundas oquedades del mar Jónico.

Lo presiento, me lo dice el corazón,
que has vuelto la vista hacia Ítaca,
y hacia ella caminas querido profesor.
Te deseo un camino venturoso y largo,
muy largo, bajo una bóveda de estrellas
o de los rayos del sol.

Aseguran, que la naturaleza humana
sin duda, es la sordidez.
Más yo elijo con fervor
la tremenda lucidez
de esa Ítaca interior.

Y hacia ella camino, despacio
sin oro esperar, ni absurdas vanidades,
y cuando por fin a ella haya arribado,
tendré la convicción absoluta,
que Ítaca, jamás de mi, se ha burlado.





3 comentarios:

  1. Claro que hay que buscar esa Ítaca interior a la que poder regresar siempre. Precioso poema le dedicas a este profesor que sin duda debió de ser grande. Comparto también, ale hop!!!

    ResponderEliminar
  2. Fíjate, querida Mayte, a este profesor de Historia Clásica, no lo he conocido nunca en persona, solo lo he escuchado a través de RNE en un programa de madrugada "la noche menos pensada", pero fue tanto lo que influyo en mi su gran pasión por la historia y la manera de contarla, que después de escucharle una vez a la semana durante más de un año, me leí La Íliada, La Odisea, La Enéida y varios clásicos más...
    El profesor Souvirón no fue, sigue siendo muy grande y sigue dando clase y escribiendo libros todavía, que es lo suyo...
    Aunque de lejos..., pero le tengo una gran estima, a este gran profesor y divulgador de La Historia...
    Si, querida amiga, siempre una Ítaca a la que podamos regresar... Feliz noche y fuerte abrazo!!!

    ResponderEliminar