A las Majadas del Río
El rigor del frío Invierno angustia
y quema, ¡Allá arriba, en Las Majadas!
La tierra se mantiene dolorosamente mustia,
ocultando el verde en medio de manchas pardas.
En Enero y en Febrero, en esos meses,
dificultosamente, por entre las piedras,
se abren paso las hierbas, llevando plomo en las raíces,
y soltando con timidez al viento sus tristes hojas amarillas.
Las cabras, enfiladas, siguiendo a su líder surcan las veredas,
como veleros que avanzaran por las marrones gredas,
y como mástiles, el brillo de sus húmedas y retorcidas cuernas
Eso que tan pomposamente a veces, llamamos niebla,
esa nube misteriosa que ciega y va lamiendo la tierra...
¡Allá arriba, en Las Majadas, siempre fue bruma rastrera!
Bellísimo poema que nos transporta a esos paisajes agrestes de ti tierra, querido Servilio. Comparto muy gustosa, besos :-))
ResponderEliminarGracias, querida Maite, por apreciar en este poema sencillito, esos paisajes queridos de tú tierra y, a mi, personalmente, además, me transporta al paisaje de mi infancia... y es por eso, por lo que nunca pueden faltar entre los demás estos poemas... Besos amiga!!!
ResponderEliminarSoneto que huele a esfuerzo animal y humano batiéndose contra la madre tierra, que también sufre. Todos sufrimos al compás de ella, pues no en balde somos también tierra.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo Servilio.
Gracias, José Luis, tienes razón, esa dureza de la tierra y de la vida a veces, se refleja en el poema, y como decía un amigo poeta, (Pepe García Resille) que murió hace unos meses, "la patria es la infancia" y esa fue la mía, la un niño hijo de cabrero, que sabe lo que es la vida en la tierra, sus encantos y sacrificios, de primera mano...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.