LOS HOMBRES SIEMPRE
SUCUMBEN AL CALOR
¡El
volcán siempre estalla cuando tiene que estallar,
con
Santo, con imagen o sin ella,
la lava
avanza,
siempre
llega a donde tiene que llegar!
Los
hombres sucumben al calor,
lo mismo
en Ciudad del Cabo
en busca
de diamantes,
que
sacando negro carbón
en una
vieja mina en la isla de Sptisbergen
o en otra
situada allá lejos, al norte de Saigón…
¡Todos
los hombres sucumben al calor,
lo mismo
les ocurre en mitad del hielo,
que en el
Trópico de Cáncer
o pasando
el Ecuador… los hombres
se
quiebran, se quedan mustios,
siempre
sucumben al calor!
La muerte
pasa a su lado
y apenas
si se dan cuenta,
escasamente,
un sudor frío y ya pasó,
los
labios blancos se quedan secos,
ojos
cerrados, manos abiertas,
nadie se
explica la parca muerte,
los
colmillos del viento que cierra el aire
y la
muerte fría que da el calor…
¡Los
hombres, lo mismo en Ciudad de Cabo,
que al
norte de Saigón, siempre sucumben al calor!
La ambición no es buena compañera: diamantes, coltán, petróleo...nos olvidamos de nuestra esencia.
ResponderEliminarComparto Servilio.
Un abrazo
Así es, querida Marybel, me alegro que hayas encontrado el sentido que yo quise darle al poema, en cualquier parte seguimos siendo solo la esencia, seres humanos al fin y al cabo.
ResponderEliminarMil gracias compañera.
Un gran abrazo amiga!!!
La vida endurece a las gentes con sus malas condiciones y a veces hay que buscársela donde el peligro anida, y sí, siempre sucumben al calor, aunque sea en medio del hielo. Me encantó el verso de "la muerte fría que da el calor. Comparto también hoy que estoy a la tarea, querido amigo. Besos :-))
ResponderEliminarMuchas gracias, querida Maite, si, tienes razón, los hombres trabajan en condiciones extremas en cualquier lugar del planeta... ese calor que yo empleo como metáfora, es el sufrimiento o la injusticia que a los humanos a veces nos iguala... Buen finde amiga, Besos!!!
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