El Titanic
En
mil novecientos doce
le
botaron a la mar,
más
de un siglo a de pasar...
dijeron...
para llegue al desguace.
La
soberbia y el orgullo
del
dueño y sus constructores,
demás,
les empuja a hablar:
tranquilos,
olvídense los señores...
“es
insumergible este navío “
¡con
este barco, imposible naufragar!
Todo
el mundo se apuntó
a
esta experiencia primera,
de
viajar en un palacio...
en un
sueño, una quimera.
Subiéronse
las señoras,
con
sus abrigos de pieles,
con
sus zapatos de moda,
cargadas
con muchas joyas...
de
brillantes y oropeles.
Junto
a ellas... a su lado,
subían,
elegantes señores
de
pelo engomado,
de
gorda cartera,
peinados
bigotes
y
buena chistera.
La
bulla era intensa.
Tremendo
el gentío
que
despide al pasaje,
personas
que suben deprisa,
apretones
de mano,
promesas
y fuertes abrazos,
lágrimas
y alguna otra risa.
En
las barandillas,
pamelas
al viento,
y
jóvenes damas
se
están despidiendo,
riendo...
y fumando
por
finas y largas boquillas.
Sueltan
amarras,
y
retiran la gran escalera.
Ya
están calentitas
las
nuevas calderas
que
empujan con fuerza
la
inmensa galera.
Poco
a poco, a las máquinas
les
van alargando el fuelle
y
pronto quedan detrás,
las
personas y los muelles.
Y ven
desde tierra
con
sufrida nostalgia...
aguda
tristeza y mudo pesar
por
no haberse ido,
como
el barco se achica...
¡que
rápido se aleja!
contemplan
su estela,
las
aguas revueltas
como
un ancho río,
que
deja detrás.
A los
seres humanos,
en
aquel barco de lujo,
pero...
de hábitos mundanos,
abiertamente
y sin tapujo,
les dividen
en clases:
según
el bolsillo,
o el
grosor de su cartera,
su
categoría o cultura,
podían
ser de primera,
de
segunda o de tercera.
La
música,
los
salones,
la
pompa, el lujo,
las
lámparas,
los
botones.
Relucen
los trajes,
el
baile, la música,
sedas
y encajes.
Las
parejas,
el
garbo, y la elegancia
la
sofisticación,
el
glamoor.
Giran,
se mueven...
¡que
emoción!
¡que
bien lo hacen!
¡tremenda
pareja!
compenetrados...
evolucionan
por
todo el salón.
El
mar, parece un espejo,
la
noche es tranquila,
y
suena la música,
el
agua devuelve el reflejo,
de
cientos... de miles, de luces.
¡La
muerte! a lomos galopa,
de un
corcel flaco y siniestro,
que
avanza deprisa
de
espaldas al viento.
A
decenas de nudos,
marcha...
seguro y confiado,
las
máquinas lanzan rugidos.
Sigue
la fiesta, las risas,
tremendo
el jolgorio,
no
paran los músicos.
El
baile, la pista está llena.
¡De
pronto! una copa se vuelca.
Siguen
tocando los músicos,
el
liquido comienza a extenderse
,...por
toda la mesa,
corre,
corre y no se detiene,
alguien
levanta la copa,
y el
bloque de hielo,
asoma
la trompa.
Segura
y confiada
se
grita la orden,
¡gírenla
toda!
Pero
es lenta maniobra,
ahora
ya es tarde,
y el
hielo se estampa,
¡pararlo
imposible!
Empuja,
rompe y penetra,
y el
acero del casco se abre,
por
todo un costado de proa.
Suena
insistente la alarma,
y
algunos repiten con sorna...
Esto
parece una chufla,
será
un ensayo, una broma...
Deprisa
y corriendo
la
madre viste a la niña,
arriba,
la música sigue sonando,
la
anciana despierta al marido,
la niña
toma al muñeco
y lo
aprieta en sus manos.
Algunas
parejas siguen bailando,
que
corto es el tiempo,...
dan
vueltas y siguen girando.
Escaleras
arriba
impresiona
el barullo,
la
gente se junta
y
empuja buscando
encontrar
la salida,
histérica
chilla y se agita
hasta
quedar sin resuello.
Los
botes son pocos,
realmente
parece una broma,
que
un barco con tanto lujo,
ahora
no disponga
de
los botes suficientes
para
salvar las personas.
Arriba
en las cubiertas
los
botes se están llenando,
con
las mujeres, los niños
y los
ancianos primero
después
los van descolgando,
y uno
a uno a golpe de remo,
con
las entrañas abiertas,
del
gigante se irá alejando.
Desde
el barco, se insiste,
pidiendo
socorro.
Cuando
se capta el mensaje,
acude
un buque cercano,
pero
éste no puede
luchar
con el tiempo,
y
cuando llega ya es tarde.
Dolorosa
es la espera
hasta
que llegue la muerte,
de
una gran parte del pasaje,
que
impotente aguarda...
el
momento de hundirse
dentro
de aquella nave imponente.
El
barco se inclina
y
mira hacia el fondo,
entonces...
calla la música,
ruedan
las mesas...
,...caen
las sillas,
aquel
ancho piano,...
se
mueve y se vuelca
haciéndose
astillas.
Entonces
se juega,...
esa
última partida,
y la
gente se arroja
desde
las altas bordas,
en un
intento desesperado,
una
última misión suicida,
pero
el mar está helado,
es
imposible salvar la vida,
el
que sobrevive a la caída
sin
duda, morirá... congelado.
Encuéntrase
al sur de Terranova,
un
invisible punto,...
en
medio del ancho mar,
un
lugar señalado de este mundo,
porque...
allí, debajo del agua,
a
cientos ¡no! A miles de metros,
en lo
más hondo,...
en lo
más oscuro y profundo,
aún
se yerguen altivas
las
cuatro chimeneas del barco.
En su
pabellón ondean banderas de algas,
se
escucha la música en sus salones,
y en
aquel sarcófago de hierro,
centurias
de almas deambulan,...
sin
distinción de clase ni linaje,
esperando,
sin duda, impacientes,
que
llegue el preciso momento,
en
que el Titanic, concluya su viaje.
Tremenda experiencia para los que sobrevivieron a ese naufragio. Hubo muchos errores que de no haberse cometido no se habría cobrado tantas víctimas.
ResponderEliminarUn buen poema Servilio. Me llevo "ondean banderas de algas"
Un abrazo
Muchísimas gracias por tus palabras, Marybel, pues esto siempre a uno lo reconforta... El poema ya tiene bastantes años de escrito, como algunos otros que también voy incorporando al blog juntos con los nuevos... me dio por ir introduciendo poemas de diferentes poemarios así, mezclados, sin criterio alguno, según me lo va pidiendo el cuerpo... El Titanic, no podía faltar... es ya como un viejo conocida al que saludas de tarde en tarde, hasta que el tiempo destruya esas banderas de algas que hondean... Un abrazo amiga!!!
ResponderEliminarUn derroche de creatividad poética. ¡Me ha encantado!
ResponderEliminarUn abrazo, amigo Servilio
Muchísimas gracias, amiga Estrella, eres muy generosa con mis versos, me alegro mucho que te haya gustado, ya sabes que uno escribe primero que nada para gustarse a si mismo, si luego consigue gustar a alguien más, eso es un premio añadido...
EliminarUn abrazo amiga.
Me quito la pamela ante esta maravilla de poema....Chapó!!!👏👏👏👏...abrazo Servilio
ResponderEliminarMuchísimas gracias, querida Carmen, me alegro mucho que te haya gustado, este poema ya es viejito, hace más de quince años que lo escribí, lo que pasa es que el tema del Titanic nunca pierde actualidad...
ResponderEliminarUn gran abrazo, amiga!!!
¡Pues sí que te lo has trabajado! Gran trabajo. Mi enhorabuena, Servilio. Has hecho una gran descripción del relato. ¡Un saludo!
ResponderEliminarMuchas gracias, César, hace algunos años me di cuenta que se habían hecho bastantes películas sobre el tema pero yo no conocía ninguna canción ni ningún poema que hablara del hundimiento del Titanic, así que intenté ponerme en la piel de aquellos pasajeros y escribí el poema...
ResponderEliminarFeliz tarde, un abrazo!!!
Magia, en este Poema, amigo mío. Los pobrecitos muertos salen del profundo y helado océano para saludar a tan olímpico poeta que declama sobre esta cruel tragedia. Una lucida pintura hecha versos; una «fotografía» con el pincel de las palabras.
ResponderEliminarEnhorabuena. ¡Me encantan tus poemas épicos!.
Un abrazo.
Muchas gracias, amigo José Luis, me alegro que te haya gustado, sí es un poema bastante descriptivo, una especie de romance sobre esta gran tragedia. Un fuerte abrazo 👍
EliminarExcelente /surpreendente se passa como um filme .É um poema -filme
ResponderEliminarGracias, amiga, me alegro que te guste. Un abrazo 👍
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola quería saber el nombre del autor de este hermoso poema.
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