A
JACK LONDON
¡El
silencio blanco
es
el todo y es la nada!
Aullando
a la Luna
sobre
las soledades
sempiternamente
frías
del
norte de la tierra,
como
un prefacio
permanente,
y
dantesco, de ojos
y
de colmillos brillantes,
desafiando
a la helada,
acompasadamente,
en
un corro perfecto…
Danza
la manada.
La
naturaleza desnuda,
fiera
y brutal, se refleja
espléndida
y veraz
en
los ojos de los lobos.
¡El
silencio blanco
es
el todo y es la nada!
la
noche permanece quieta
es
un lugar para el olvido
lleno
de pupilas,
de
hielo, de sigilo
permanente,
de
noches eternas,
y
de aullidos…
Es
el silencio blanco
un
lugar hermoso,
para
recordar en la vejez,
junto
al fuego,
un
sitio lleno de paz,
de
silencio atormentado,
de
inmutable noche,
de
auroras boreales
y
de aullidos.
No
ha lugar para el consuelo
sopló
el viento del norte
al
trineo lo cubrió la nieve
y
murió el último perro.
El
espectro de Jack London
revive
en la penumbra
se
centuplica y se dispersa,
y
tomando notas,
corre
y zigzaguea
por
la blanca tundra…
Se
apagó la última brasa.
el
hombre por fin
se
duerme,
antes,
ya, la muerte
le
sopló los parpados
y
le besó las manos.
Proyectando
su sombra
sobre
el claro suelo,
hacia
la lobera,
el
jefe camina cabizbajo
seguido
por los suyos.
Mientras
la noche,
calladamente,
se
recoge y se envuelve,
y
se cobija,… dentro
del
blanco silencio.
Me encanto ese libro. Lo recuerdo como si lo hubiese leído ayer. London desde luego sabía escribir y era un hombre de acción. Encontró en Alaska su filón literario.
ResponderEliminarComparto con mucho gusto Silvilio.
Un fortísimo abrazo.
Si, amiga mía tú los dicho, "encontró su filón literario", que le reportó mucho más que si hubiera encontrado una gran beta de oro en el Klondike, cierto fue, que el fue uno de tantos que fueron tras la fiebre del oro, oro que no encontró jamás, lo que casi encuentra es la muerte a causa del ercorbuto.Pero, ciertamente, aquel invierno que pasó en una cabaña en medio del Yukón escuchando las historias de los viejos cazadores de pieles y de algunos buscadores de oro, quizá en medio de la fiebre, le hizo regresar con las alforjas repletas de historias... historias que nos han hecho mirar la naturaleza de un modo diferente... bella, verás, brutal, con sus leyes propias, una verdad más para respetarla, una verdad más para amarla con todas sus consecuencias...
ResponderEliminarJack London es uno de mis autores favoritos...
Muchísimas gracias, Marybel. Un abrazo enorme!!!
Una interesante labor la de dar forma poética a esas lecturas que a uno le marcaron, una forma de ahondar en ellas para sacarles mayor provecho. Fíjate que es una de las carencias de mi blog, probaré con London, y a ver si me toca la fibra sensible a mí también.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Rubén, por tu comentario, uno realmente escribe o, al menos yo escribo de aquellas cosas que me conmueven o que en algún momento me conmovieron... y en eso la literatura es una fuente de emociones permanente, también un campo abonado para que brote la inspiración...
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué bello mientras leía lo que me pareció un homenaje a alguien que por lo que sea, dejó un grato recuerdo.
ResponderEliminarEse "silencio blanco" es capaz de transportarte a la luz más oscura y reveladora.
Te ha quedado bellísimo, Servillo.
Me encantó.
¡Un abrazo, amigo!
Muchas gracias, amiga, sí, es un modestísimo homenaje a al escritor norteamericano Jack London y sus relatos en Alaska, cuando la "fiebre del oro", que nos han hecho vibrar y amar a la naturaleza y su cara más desgarradora y brutal... si aún no lo has leído te lo recomiendo...
ResponderEliminarFeliz noche, un fuerte abrazo!!!
Hola Servilio, no conozco a este señor, pero sin lugar a dudas es un gran homenaje que haces con tu sin igual forma de hacer.
ResponderEliminarFeliz domingo.
Un abrazo
Preciosa homenagem .
ResponderEliminarMuchísimas gracias, querida amiga, por tus palabras. Un abrazo!!!
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